La banda argentina se presenta con éxito arrollador ante 8 mil fans en el Auditorio Banamex
Martín Fuentes
Fotos: Cortesía OCESA /Auditorio
Banamex
Son tan buenos que merecen el adjetivo
de FA-BU-LO-SOS.
Gabriel Fernández (Vicentico), Flavio
Cianciarulo (Sr. Flavio), Sergio Rotman (Rockman), Daniel Lozano (Profesor),
Fernando Ricciardi (Nando) y Mario Siperman (Spiker): Los Fabulosos Cadillacs, más
músicos invitados, entre ellos Big Papu, regresaron a Monterrey donde 8 mil
fanáticos los esperaban con los brazos abiertos y el cuerpo listo para el “slam”.
La noche del 20 de noviembre fue
memorable para artistas y fans que durante más de dos horas se entregaron al
placer del ska, el reggae, la cumbia, el punk, el rock y el pop, géneros
musicales que los Cadillacs han sabido mezclar a la perfección para conseguir
un sonido único e irrepetible.
Para que un sector del público pudiera
dar rienda suelta a sus ímpetus dancísticos, o simplemente moverse de un lado a
otro sin parar, las butacas del área Beyond, del Auditorio Banamex, fueron
removidas por lo que el aforo se incrementó.
Pero quienes se encontraban en las
otras zonas del recinto gozaron igual del espectáculo, sencillo en cuanto a producción,
pero rico en talento.
Por escenografía sólo una manta blanca
al fondo del escenario y cinco pantallas colgantes que mostraron los rostros de
los músicos a lo largo del concierto.
Antes de los Cadillacs, los chúntaros
por excelencia: El Gran Silencio, se encargaron durante 45 minutos de calentar
los ánimos del público con algunos de sus hits como “Raggamuffin”, “Duerme
soñando”, “Chúntaro style”, “Pachuco” y “Déjenme
si estoy llorando”.
Tras la presentación de la banda regia
y luego del reglamentario cambio de instrumentos, sin mayor preámbulo, los
Cadillacs llegaron al escenario, saludaron y de inmediato hicieron lo que todo
mundo quería: disparar hit tras hit.
“Yo no me sentaría en tu mesa”, “El
muerto”, “La luz del ritmo”, “Demasiada presión” y “El aguijón” fueron las
primeras rolas del set list preparado especialmente para esta gira denominada El
ritmo de la luz que tuvo su primera parada en Monterrey.
Vicentico, visiblemente robusto, tanto
que tenía problemas para bailar, mas no para cantar, se dirigió por primera vez
al público: “Es un honor muy grande tocar para vosotros esta noche”, dijo el
líder de los Fabulosos antes de presentar al guitarrista Big Papu, quien los
acompañó en “Los condenaditos”.
Fueron en total 27 canciones, entre
ellas: “El genio del dub”, “Gallo rojo” y “Calaveras y diablitos” que provocó
la primera gran explosión de júbilo del público que hasta ese momento había
mantenido su ímpetu a raya.
“Il pajarito” y “Sábato” y “Piazzola”,
éstas dos últimas dedicadas a personajes de la literatura y la música
argentinas, pasaron casi desapercibidas por el público que, en cambio,
reaccionó efusivamente con “Padre nuestro” que las 8 mil gargantas cantaron a
todo pulmón, igual sucedió con “Saco azul”,
“Siguiendo la luna” y “El león”.
Vicentico bailaba y brincaba, y de vez en cuando, volteaba a un
lado del escenario donde las familias de algunos de sus compañeros veían el
concierto en “primera fila”. Incluso, en algún momento, dos niñas, se pusieron
a bailar a un lado del baterista y saludaron a la gente.
Para cuando llegó “Carnaval toda la
vida” los ánimos estaban por todo lo alto. El público brincaba sin parar y hubo
quienes lanzaron vasos llenos de cerveza mientras se escuchaba “Carmela”.
“Mal bicho” y “Matador”, dos de sus
temas más representativos, fueron seleccionados como preámbulo para un presunto
gran final. Los argentinos se despidieron, pero la audiencia aún tenía mucha
cuerda.
Minutos después los ches volvieron,
pero esta vez la guitarra y la batería fueron tocadas por Florian Fernández y
Astor Cianciarulo, hijos de Vicentico y del Sr. Flavio, respectivamente, en las
canciones “Let´s Lynch the landlord” y “Guns of Brixton”.
“Mi novia se cayó en un pozo negro”, “Vasos
vacíos”, para la cual pidieron la ayuda de las mujeres en el auditorio, y “Satánico
Dr. Cadillac” eran el presagio del gran final.
Para el gran cierre del
concierto los Cadillacs tocaron “Oh oh oh” y ante la insistencia de los 8 mil
enardecidos fans repitieron “Yo no me sentaría en tu mesa”.
Cerca de la medianoche los ches,
felices y agradecidos, dijeron adiós definitivamente a sus seguidores que,
cerveza en mano, aún tenían mucha cuerda.
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