Apasionada, fuerte y feliz como nunca, ´La diva del rock´ congregó a 6 mil 800 fans en una noche súper heavy en el Auditorio Banamex
Miguel
Angel Arritola
Fotos:
Cortesía OCESA /Auditorio Banamex
No había
necesidad de estar en “Primera fila” para apreciar las 19 cicatrices que marcan
su cuerpo, y esa cadera de titanio que posee Alejandra Guzmán, no impidió que “La
diva del rock” fuera como siempre: Un torbellino de emoción y talento, sin
embargo, aunque la hija de Silvia y Enrique derrochó energía fue su voz la que
hizo vibrar de emoción a 6 mil 800 personas la noche del sábado en el Auditorio
Banamex.
Ella llegó escasos
17 minutos tarde al escenario, pero eso al público poco le importó porque desde
su arribo, Alejandra cumplió lo que le prometió a la “Revista Flash!”: ¡Una noche inolvidable!
Y vaya que
lo cumplió con creces, su espectáculo siempre fue de más a más, hasta llegar al
delirio musical con “Hacer el amor con otro” que sirvió para que la artista
derramara lágrimas de felicidad.
La velada
arrancó a las 21:17 horas con un “opening” de extractos de su vida, a través de
un video. Pero realmente no había necesidad de ellos, sus fans la conocen de
“pé a pá” y así, la aman a rabiar.
“Como
ladrones” fue la primera pieza que puso Ale a sus fans tan sólo para abrir el
menú musical que tenía preparado especialmente para esa noche.
De
apariencia seductora, presumiendo esas dos hermosas piernas, legado de su
madre, Silvia Pinal, Alejandra portó un body en tono claro que complementó con
un saco del cual se despojó al cabo de unos minutos.
Los ánimos
se caldearon al 100 con “Míralo, mírala” con la que dejó en claro que en el
terreno musical aún hay Ale para mucho rato.
Siempre
sensual, con una actitud de reina y una manera de interpretar que en momentos
erizaba la piel, logró una comunión tan perfecta con sus seguidores que llegó un
momento en el que ella calló para escuchar de manera complaciente las voces de
las miles de personas que la veneraron hasta el último minuto de su show.
“¿Llenamos,
verdad”?, preguntó con evdiente dicha al ver el Auditorio Banamex a su
capacidad.
“Díme de
verdad” y “Ven” atrajeron sonoras ovaciones, pero el silencio se hizo presente
cuando las primeras notas de “Volverte a amar” se esparcieron por el recinto;
aquí, sólo su voz se escuchaba y en los puentes musicales, era imposible que el
público contuviera su admiración a tan justa y emotiva interpretación.
Demostró
garbo, clase y actitud al bailar de manera sinuosa y con una alta dosis de
sexualidad “Toda la mitad” y “Un grito en la noche”, en esta última, hubo destellos
brillantes en sus cuerdas vocales, adjudicándose otra gran ovación.
En “Ángeles
caídos” la maravillosa tecnología que emulò unas enormes alas detrás de la
cantante, convirtieron este número musical en lo mejor de la noche, aunque
“Loca” y “La ciudad ardió” tuvieron a su favor el dulce encanto de la artista al
recorrer el escenario contoneándodse de una manera exquista y por demás
femenina.
“Quítatelo”
fue atendida con efusividad, no así “Mala hierba”, porque ésta pieza logró que
el público se pusiera de pie para bailar y cantar con La Guzmán, en mutua
complicidad.
Se quejó de
que el amor no ha llegado a su vida, pero dijo tomárselo a la ligera porque
aseveró “Yo no soy de nadie”.
Uno de los momentos
más importantes de la noche fue cuando hizo llegar al escenario a Río Roma para
con ellos cantar “Día de suerte”, la que sería la canción más coreada del show.
La hora de
llorarle a aquellos amores que se han ido llegó con “Mi peor error” y “Desde
que te fuiste”.
Se retiró
por unos minutos del escenario para volver con más ímpetu, tocando la batería e
incitando a bailar “La plaga”, en honor a su padre, Enrique Guzmán.
Hiló
caprichosamente “Güera”, que literalmente enloqueció de felicidad a sus fans.
“Lipstick”
fue un pretexto para bailar, en tanto su delicado, pero apasionado interpretar
a “Te esperaba” proyectó a una Alejandra totalmente aplicada como cantante.
La noche
llegaba a su fin y público y artista lo sabían, por ello, los ánimos estaban
cada vez más a flor de piel, especialmente cuando “Eternamente bella” y “Reina
de corazones” hicieron presa de la gente que ya sin pudor soltó sus pasiones y
junto con La Guzmán le dijeron adiós a las inhibiciones y cantaron y bailaron
hasta casi desfallecer.
Ella, una
vez más se retiró, las luces se apagaron, pero quienes asistieron a su “Primer
Fila” encedieron sus celulares, iluminaron su camino hasta el escenario y ella no
se hizo del rogar y obsequió lo que quizás no había hecho en Monterrey en sus
últimas dos presentaciones: Su cuerpo, su alma y corazón en una interpretación
de “Hacer el amor con otro” que dejó sin aliento a quienes fueron testigos de
tan maravillosa noche… la noche de La Guzmán.
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