A poco más de un año de su primera presentación en Monterrey con la gira Sex+Love, el cantante regresó al Auditorio Banamex donde sus fans vivieron una velada alucinante
Miguel Ángel Arritola
Fotos: Andrea Jiménez
Con mucho de "Sex" y otro tanto de "Love”, Enrique Iglesias llegó al Auditorio Banamex para ofrecer, en poco más de 16 meses, la segunda presentación de su más reciente gira.
No fue, desde luego, su noche más brillante. Se le notaba cansado, aunque alegre; no fue el Enrique chispeante, quizá porque lo extenso de este tour ya le empezó a cobrar factura y lo agotó. Incluso varias veces desafinó.
Pero para eso estaban sus fans a quienes les sobró la energía que al cantante le hizo falta. Ellas bailaron por él, derrocharon sentimiento por él y cantaron a todo pulmón por él y al final, salieron complacidas del recinto, felices de haber pasado una noche loca.
Con más de 40 minutos de retraso y luego de la presentación de un DJ, la sombra delgada del artista se vislumbró en medio del escenario. Entre expresiones de júbilo, el artista puso ambiente de inmediato con “I’m a freak".
Como ya es costumbre en él, no hubo nada sofisticado en su vestir: jeans negros, playera color vino, su inseparable gorra y esas ganas de poner a bailar a 6 mil 300 asistentes (cifra oficial) con "I like how It feels”.
¡Y vaya que lo consiguió!, su voz apenas se escuchaba entre tantos gritos desmedidos.
No hubo margen ni siquiera de un respiro, el artista arrebató el aliento con "No me digas que no" la cual tuvo los beats necesarios para no permitir que nadie regresara a sus asientos.
Se dio un "baño" de pueblo al acercarse a los fans al momento que cantaba "Bailamos”. Sus admiradoras agradecieron el gesto del artista inmortalizándolo a través de fotos y videos.
El romanticismo llegó con una acústica versión de "El perdedor" donde dos guitarras lo acompañaron en su canto melancólico.
Un "buenas noches, Monterrey" bastó para que las representantes del sexo femenino se volcaran en prolongadas ovaciones, mientras Enrique giraba órdenes a sus músicos para que tocaran "Loco", a dueto con una de sus coristas, quien demostró que su voz era por demás brillante.
Pero en un puente musical del tema se ganó la enemistad de las chicas al ponerse a bailar muy "pegadita” con Enrique.
Al invitar a un chico a cantar con él “Cuando me enamoro”, aprovechó para darle un trago a una botella de tequila y convidó a su nuevo amigo a echarse unos cuantos “caballitos”.
Se cambió de playera, ahora lució una blanca, pegada al cuerpo, el cual demstró que esas horas de gym habían quedado atrás, pero al cantar "Be with you" a nadie parecieron importarle esas "pequeñeces".
Con "Escape" se aventuró una vez más a dejarse tocar por cuanta mano alcanzara su cuerpo ya que se acercó peligrosamente al público, provocándolo con su tan peculiar manera de bailar.
A estas alturas del show Enrique se veía agotado. Bailó con entusiasmo, y a sus posibilidades entregó un decoroso canto, pero en su andar hubo destellos de cansancio.
Sin embargo, contagiado por el entusiasmo de la audiencia, pareció revivir con al ritmo de "Tonight I’m loving you".
La gira Sex + Love está diseñada para que Enrique deje hasta la última gota de sudor en el escenario y es prácticamente lo que hace. Mucho juego de luces, mucho humo por doquier y mucho artista dispuesto a dejar en total éxtasis a quienes casi llenaron el Auditorio Banamex.
Una vez más se acercó a su público, pero ahora al que no pagó en primera fila, sino al de "gayola”. A éste le cantó, cara a cara, “Héroe”, cuya interpretación resultó por demás emotiva cuando dejó de cantar para dejarse abrazar, querer, tocar y tomarse cuanta foto pudo, hecho que quedó en la memoria de los regios, y que por supuesto, coloca a Enrique en ese punto especial que poquísimos artistas logran.
Recordó que la primera vez que vino a Monterrey tenía 18 años y por ende con "Experiencia religiosa" se remontó a 1995 cuando apenas comenzaba su carrera.
Tras un momento que al público le pareció eterno, el intérprete retomó el escenario con “El perdón” con miles de gargantas haciéndole coros.
Simuló besar el suelo del escenario mientras sus músicos ya estaban arrojando las primeras notas de "Bailando" la cual imprimió fuerza al show.
A las 23:45 horas, Enrique consideró que ya había entregado demasiado "Sex" y mucho, pero mucho "Love" así es que se dispuso a emprender la graciosa retirada ante el clamor de la gente que no dejaba de gritar su nombre, una y otra vez.
Para poner punto final a esta velada seleccionó "I like it”. Se retiró bañado en sudor, pero con la convicción de que su "Sex" dejó complacido a todos por igual.
Pero había tal entusiasmo entre el público que 10 minutos después la mayoría de los asistentes se rehusaba a salir del auditorio.
Pasaron 10 minutos y entre el grito de “¡otra, otra, otra!”, Enrique reapareció. Satisfecho dijo a sus múscos: “Guys… esto es México”.
Entregó “Nunca te olvidaré", interpretada con una delicada melancolía, y atrapado en esa mágica noche, no cumplió con su ultimátum: “Sólo una más y me voy", entregó un bonus: “Lloro por ti”.
Y sabiéndose amado y querido, se puso frente al público, alzó los brazos y a su cuerpo le llovieron desde una que otra flor, hasta cartas y cuanto objeto estuviera al alcance de sus fieras admiradoras que aún a las 00:03 horas se resistían a dejarlo partir.
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