Lo mejor de la puesta en escena son las canciones de Mecano, fuera de eso el montaje tiene serias fallas en adaptación y las actuaciones
Martín Fuentes y Miguel Ángel Arritola
Fotos: Cortesía OCESA /Auditorio Banamex
El sueño de dos amigos de dejar su pueblo, emigrar a la gran
ciudad y alcanzar la fama y la fortuna gracias
a la música es el pretexto perfecto para que “Hoy no me puedo levantar”
rememore una época dorada en la historia española: la “Movida madrileña” de la
que surgieron artistas y grupos como Alaska, Los Pegamoides y un poco más
adelante Mecano.
Y es precisamente este trío conformado por los hermanos Cano:
José María y Nacho y la vocalista Ana Torroja, el que indirectamente
protagoniza el musical que llegó al Auditorio Banamex de Monterrey en dos funciones,
la tarde y noche del 25 de marzo.
El recuerdo y la nostalgia motivaron a que 4 mil 400 regios
(cifra de ambas funciones) acudieran a revivir una década en la que se permitía
de todo y por ello en la historia se hace referencia a temas como las drogas,
la homosexualidad y el sida, que todavía a principios de los 90s (cuando
termina la historia) era sinónimo de muerte.
Aunque el montaje de “Hoy no me puedo levantar” está hecho
con toda la mano y recurre a la tecnología para conseguir algunos de sus momentos
más brillantes son la adaptación y el elemento humano los que quedan a deber.
Es Madrid de principios de 1981, Mario y Colate (Alan Estrada
y Roger González) tienen sueños de grandeza y esperan triunfar. Pero como casi
siempre sucede, la gran ciudad es un monstruo que devora siempre al más débil y
mientras Mario comienza a vivir su sueño, Colate se hunde en el mundo de las
drogas.
Es en el bar El 33 donde transcurre la acción y ese es uno de
los puntos sobresalientes de la producción dirigida por Federico Barrios porque
la escenografía es tan funcional que transporta a una habitación en el pueblo
de Mario y Colate, para luego convertirse en una sala de conciertos o
simplemente en un lugar al que los jóvenes de la época acudían a divertirse.
Pero son más los descalabros que los aciertos, especialmente
en la adaptación la cual supone que la acción se lleva a cabo en la España
posterior a la caída del dictador Francisco Franco y los actores usan un
lenguaje muy actual y coloquial.
Por ejemplo, es constante el uso de la palabra “güey” cuando
en Europa ni siquiera era conocida durante el comienzo de los 80s.
Aunque evidentemente se hizo para tener una conexión más
cercana con el público, bien pudieron evitarse tantas referencias a lo que
ocurría en la Madre Patria en esos años porque era la duda persistente de
algunos espectadores era: “¿Están en España o en México?”.
El nivel de las actuaciones tampoco es parejo, Alan Estrada y
Melissa Barrera (María), quienes interpretan a la pareja central, no hacen
química y mientras él sobreactúa constantemente ella es gris, a pesar de que
tiene buena voz y baila bien.
Por el contrario, son los actores secundarios Regina Blandón (la
locuaz y desenfadada Patricia) y Roger González muy superiores a sus compañeros.
María León (Ana), José Daniel Figueroa (Guillermo) y Rogelio
Suálrez (Chakas) cumplen y nada más porque especialmente a los dos últimos les
tocaron los personajes más estereotipados.
El público pasó por alto estos detalles y se enfocó a revivir
la nostalgia con canciones como “Hoy no me puedo levantar”, “Quiero vivir en la
ciudad", "Maquillaje", "Hawaii Bombay", "Quédate
en Madrid", "Una rosa es una rosa", "Me colé en una fiesta”.
Además de “Mujer contra mujer”, "Cruz de navajas",
"Hijo de la luna", "Me cuesta tanto olvidarte", "La
fuerza del destino" y "Vivimos siempre juntos" que aunque no
pertenece a la discografía de Mecano, sí es de la etapa de solista de Nacho
Cano.
Después de más de tres horas, casi a las 01:00, el
público que se la pasó cantando y suspirando, premió con ovación de pie el
trabajo de los actores.
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