El autor presentó en la FIL Monterrey 2014 ´Los Guerreros de la Maxia´, una obra con muchas referencias personales, tantas que siente que vive en cada ejemplar que se encuentra en las librerías
Miguel Ángel Arritola
Foto: Miguel Ángel Arritola
Ver que trozos de su vida están esparcidos por todas las librerías de México a través de su primera novela, “Los Guerreros de la Maxia”, es para Piolo Juvera lo mejor que le ha pasado en la vida.
Juvera, joven escritor, quien ha dedicado 17 de sus 35 años al periodismo escrito, señala que en “Los Guerreros de la Maxia” hay magia, misterio y fantasía y muchos trozos de su vida que colocó de manera estratégica en este texto.
“Los Guerreros de la Maxia” comenzó como un idea hace siete años y trata sobre un adolescente que tiene que enfrentarse a todos los cambios y viscisitudes propios de su edad, así como al bullying que sufre en la secundaria y la hostilidad que ronda en su propia casa.
“Pero de pronto descubre que tiene la habilidad de materializar sus palabras, de volverlas corpóreas, que salgan de su boca y lleven acabo la acción para la cual que fueron pronunciadas, sólo que al principio no las controla. Entonces, tiene que aprender a utilizar esa habilidad o puede acabar pronunciando algo de lo que se arrepienta toda su vida”.
La historia ocurre en la época actual en la ciudad de México.
“Y debo decir que hay cosas bastantes cercanas a la realidad, pero también mucha fantasía”.
¿Cómo surge la idea de escribir “Los Guerreros de la Maxia”?
“Por una serie de cuentos que tenía pensado escribir, ´El baúl de las cosas perdidas´, que es un capítulo del libro, que es un baúl que abres y encuentras loncheras, mochilas, llaves, pero también abrazos no dados, esperanza perdida, alguien que perdió la cabeza, como que todo eso era idea para un cuento.
“Luego tenía la idea de alguien que se alimentara de luz, pero al final también terminó siendo un capítulo, ´La luz en la penumbra´, y en algún momento me di cuenta que podía partir de una misma historia y entonces empecé a tejer una historia alrededor de esas ideas de cuentos”.
Para asentar todas esas ideas en torno a “Los Guerreros de la Maxia”, el escritor tuvo que viajar.
“Hice un viaje largo en el 2006, Puerto Rico, España… India, y en ese rato estuve pensando en la historia y tenía ganas de dejar algo escrito, algo que en el mejor de los casos dejara huella, por lo menos en uno o dos lectores, que existiera algo que no había antes y la fantasía era esa, como que escribir un libro, y esa fantasía aquí está”.
¿Tus fantasías se reflejan en el personaje de este libro?
“Hay dos o tres cosas que imagino desde niño, las cuales acabé metiendo ahí. Una de ellas es Beatriz, que es la heroína de la historia, la más valiente de los tres amigos, la entrona. Ella tiene la capacidad de materializar ciertas cosas, de volver tangible lo intangible. Por ejemplo siempre que veo una de estas flechas amarillas que ponen los tránsitos y pienso que si voy caminando y piso una me imagino echándome a volar en una de ellas, no sé por qué tengo ese pensamiento recurrente desde niño y esa es una escena del libro al final.
“Otra cosa es que en el DF hay unos malditos tubos que ponen en la banqueta, con la que te pegas todo el tiempo, y esos son para que no estaciones tu coche en la banqueta, yo me imagino derritiendo esos tubos, desenvainarlos y esa es otra de las partes que terminó siendo parte del texto.
“Y lo de materializar las palabras, más que una fantasía es como volver un poco más literal algo en lo que creo. La palabra importante, puede ser tanto constructiva como destructiva, puedes generar bellísimas edificaciones a partir de palabras o dañar, herir; destruir solamente mediante la palabra”.
¿Qué huella quieres dejar con tu obra?
“Suena muy pretencioso esto, pero me gusta el hecho de que haya algo mío que no existía, que yo no lo hubiera hecho . O sea, ahora vas a la librería y te encuentras con este libro que si no lo hubiera escrito yo, no existiría”.
¿Te ha cambiado la vida esta novela?
“Mira, esta novela es muy autobiográfica. Hay mucha vulnerabilidad y hay pedazos de mí repartidos en todas las librerías, eso me asusta pero a la vez me gusta. Me cambió en todos los sentidos”
Hablas del bullying en tu libro, ¿tú viviste esto en carne propia?
“¡Claro!, yo tuve unos ratos de mi infancia y de mi adolesencia que estaban rodeados de mucha violencia, entonces yo no entendía bien qué pasaba, si estaba bien o estaba mal lo que sucedía a mi alrededor. Ni siquiera me lo podía cuestionar, y creo que tiene mucho que ver con el uso de la palabra y el lenguaje. Uno de niño no puede bautizar bien las cosas y de vez cuando, cuando uno puede bautizar los sentimientos y las acciones, les puede componer y las puede aliviar.
“¡Claro!, yo tuve unos ratos de mi infancia y de mi adolesencia que estaban rodeados de mucha violencia, entonces yo no entendía bien qué pasaba, si estaba bien o estaba mal lo que sucedía a mi alrededor. Ni siquiera me lo podía cuestionar, y creo que tiene mucho que ver con el uso de la palabra y el lenguaje. Uno de niño no puede bautizar bien las cosas y de vez cuando, cuando uno puede bautizar los sentimientos y las acciones, les puede componer y las puede aliviar.
“Entonces, este libro, de cierta manera, es como un viaje que yo hago a visitar a mi pasado, a visitar ese niño y dotarlo de la habilidad de usar las palabras”.
En “Los Guerreros de la Maxia” hay dos momentos duros a los que Polo se tuvo que enfrentar.
“Y no precisamente son vivencias. Hay una escena donde Paolo en algún momento se enoja con la familia y les grita ´¡callénse! Va con cada uno de sus familiares y los hace callar, ese simple hecho lo hace sentir culpable, porque siente que los ofendió, pero al final de da cuenta que realmente no les hizo nada.
“Y hay otro momento en el que él tiene el máximo control sobre el bullying en la escuela, él se encuentra inundado de rabia y se vuelve un verdugo y siente que tiene la maldad dentro de sí; se da cuenta que también tiene el poder de hacer daño, y le da miedo. Esos son los momentos más difíciles para mí como escritor, como atreverme a ver mi propia maldad mi propia capacidad de hacer daño; fue muy duro”.
Dijo que su obra literaria va dirigida para adultos nostálgico o inmaduros.
“La neta, cuando lo escribí, pensé de inmediato que este libro iba dirigido para adultos nostálgicos o inmaduros como yo, que nos gustan los comics, la fantasía, pero el sello es para los jóvenes de 10 a 16 años, pero los adultos también lo pueden leer, porque el libro está lleno de metáforas”.
¿Cuál es tu mayor fantasía no puesta en tu libro?
“Tengo muchas fantasías perversas con los automovilistas irrespetuosos con los peatones, continuamente imagino que salen unas guillotinas debajo de las llantas de sus carros si se pasan de una raya establecida y les dan con todo a las llantas”.
¿Tu mayor nostalgia?
“Como la de mi personaje Paolo: la ausencia de mi padre ocupa un gran espacio en mi vida”.
“Como la de mi personaje Paolo: la ausencia de mi padre ocupa un gran espacio en mi vida”.
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