El divo se entrega y arrebata al público que ovacionó su canto en el Auditorio Banamex
Miguel
Ángel Arritola
Foto:
Cortesía OCESA /Auditorio Banamex
Cuando
Raphael llega al escenario con esa arrogancia en su andar y con esa enardecida
forma de cantar, definitivamente no hay más que ponerse de pie y recibirlo como
lo que es: “El Divo de Linares”.
Sus
gestos dramáticos, ese manejo que tiene de sus manos que marcan cada pauta
entre canción y canción, son un sello tan propio que pareciera que fue ayer
cuando estuvo en ese espacio que le ha brindado en repetidas ocasiones el
Auditorio Banamex.
La noche
del viernes Raphael cumplió su cita con los regios y sin preámbulo alguno abrió
el show con "Si ha de ser así" y "Enamorado de la vida" a
las 21:15 horas.
Su
rostro, con tintes de una juventud que se niega a huir se tornó sonriente
cuando soltó "Mi gran noche", de sus más representativos clásicos
ante 2 mil 850 espectadores, de los 3 mil para los cuales se había adaptado el
foro.
Para
crear esa magia musical, sólo bastaron un par de músicos, un juego de luces que a
capricho iluminaban la figura de la estrella de la noche, quien no se esforzó
en lo absoluto para que sus admiradores sucumbieran a su propuesta musical.
El set
list estaba muy bien balanceado ya que Raphael cantó "Se fue" y
"Despertar al amor" e invocó el pasado cuando su voz imperaba en la
radio con "Digan lo que digan".
El
público fue mesurado con las muestras de cariño para el artista, y es que
Raphael también dosificó aquellas canciones con las que él sabe perfectamente
que doblega a sus fans, mientras entregaba "La canción del trabajo",
"Será mejor" y "Te estoy queriendo tanto".
Una muy
acertada versión de "Gracias a la vida" ofreció el cantante y el
público le agradeció su entrega total.
La melancolía que le imprimió a "¿Qué tal te va sin mí?"
obtuvo como premio una acalorada entrega de sus fieles fans.
En una
de las ocasiones en que se dirigió a su público Raphael dijo que es afortunado de
tener un repertorio impresionante "que ustedes han hecho grande, como esta
canción", expresó al momento que con su mano derecha indicaba a su
orquesta que soltara las primeras notas de "Hablemos del amor", de
las interpretaciones mejor logradas de la noche.
Con los
recuerdos a flor de piel siguió por el sendero de esos temas que el público le
exigía, por ello cuando interpretó "Estuve enamorado" los piropos
fluyeron hacia su persona.
El
dramatismo de los teclados, la postura arrogante de Raphael, quien ya con la
camisa fuera de control y su peinado rebelde evocó "Cuando tú no
estás", esa joya musical que enmarcó su entrada al cine como actor y
cantante.
Ya no
había vuelta de hoja, las pasiones estaban desatas y la llegada de "Desde
aquel día" logró que el público, en primera instancia le hiciera segunda
voz, pero ante la entrega sin medida del artista, mejor optó por dejarlo hacer
lo suyo: cantar
"Amor
mío" creó ese ambiente de romanticismo ya que el público bebió
literalmente y en silencio cada frase de esta canción.
Los
asistentes también susurraban "Qué nadie sepa mi sufrir", mientras
Raphael dejaba el alma misma con su versión a este tema.
Abrió
viejas heridas de amor cuando entregó una excelente interpretación a
"Detenedla ya" para después caer en la súplica de "No puedo
arrancarte de mí".
Enalteció
su canto con "Maravilloso corazón" y agradeció la entrega del público
a su interpretar.
"Fuimos
dos", "Nostalgias" y "Si no estuvieras tú"
complementaron ese espacio romántico que el públicó abrazó con sumo cariño.
El dramatismo corría por las venas del español, por ello
cuando el piano anunció "En carne viva" el público lanzó un alarido
de placer y Raphael se puso la piel de aquél que le pide a su amigo el alejarlo
de esos lugares que le invitan al pasado y que "En carne viva" todo
en él es triste...
Armó un
verdadero "Escándalo" y puso a propios y extraños a bailar, pero como
lo suyo es la nostalgia, el drama y los amores tortuosos cayó en la atormentada
súplica de "Ámame".
A las
23: 35 horas alzó los brazos en señal de victoria y de despedida. El público de
pie veneraba a su artista quien en un gesto de humildad, se dejó querer.
Con la
luz castigadora de los reflectores que caían sobre ese rostro que a capricho,
según la canción, pasaba de la alegría hasta el más palpable dolor, sin olvidar
esa forma retadora que suele mostrar cuando escucha un murmullo, se ríe y
solamente se pregunta "Qué sabe nadie", cuya magistral interpretación
hizo que su voz se doblegara en un sutil llanto que pocos advirteron.
Rió a
manera de llanto cuando sin micrófono, a capella, fustigó al público y en
franco y abierto llanto volvió a preguntar: "Qué sabe nadie... qué le
importa a la gente si a mí mismo no me importa".
La
gente de pie le ovacionó su arrogante postura y su excelente canto.
Empapado
de sudor, evidentemente alterado por tan semejantes muestras de carño, Raphael
se llevó las manos al rostro y dejó que su orquesta siguiera con "Frente
al espejo" con esos niveles de pasión y entrega tan propios de Raphael.
Con la
piel menos tersa, quizás, con algunos años de más a cuestas y con un andar
levemente torpe, pero sin dejar esa elegancia que lleva tatuada en toda su
percha de hombre maduro elegante, Raphael hizo añicos un gran espejo que colocó
en pleno escenario para finalizar de manera atrevida "Frente al
espejo", sus fans en entrega total suplicaban más de ese poderío
interpretativo.
Esta
vez en comparación a otras, Raphael amó con la fuerza de los mares y la furia
de los huracanes a ese público que lloró de emoción ante una majestuosa
interpretación de "Como yo te amo".
A las
23: 57 las luces del Auditorio Banamex se encendieron dejando en claro que
cualquier esperanza de que Raphael regresara a cumplir con su set list de 38
canciones no iba a suceder.
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