domingo, 1 de febrero de 2015

¡Digna de un Oscar!


La película que Gloria Trevi presentó el sábado en la Arena Monterrey es excelente, tanto que 14 mil 500 efusivos fanáticos la vivieron en carne propia, de principio a fin


Por Miguel Ángel Arritola
Foto: Notimex

Con clasificacciòn "C", no apta para menores, la noche del sábado, Gloria Trevi "exhibió" su cinta autorizada "De película" en donde no hubo ningún tipo de censura y las butacas de la Arena Monterrey, lucieron a su capacidad.

Un total de 14 mil 500 fans, (cifra oficial) fueron testigos de la "verdad" que la cantante regiomontana les contó a través de sus canciones en esta "proyección" que duró dos horas y media.

En lugar de "palomitas", sus enardecidos seguidores la esperaban con cerveza en mano, algunos con refrescos y otros tantos con bebidas preparadas, pero todos estaban atentos a que empezara la función.

Y fue exactamente a las 21:54 horas que las luces se apagaron y al unísono esas 14 mil 500 personas soltaron un alarido desesperado por ver a la "actriz" principal de esta cinta. La Trevi salió majestuosa, dispuesta a dejar en claro que esta película sí la autorizó ella.

Los primeros acordes de "5 minutos" se esparcieron por la Arena Monterrey, mientras su cuerpo de bailarines, con pistolas de utilería apuntaban hacia el público para que nadie se moviera, porque su majestad, la Trevi, descendía de las escaleras para manipular con su canto a cuanta persona hubiera pagado un boleto por verla.

Altiva, jugando maquiavélicamente con sus sexualidad y llevando de la mano a sus cómplices en escena, Gloria se paró frente a los presentes y les explicó el concepto de su tour "De película", pero realmente no había qué explicar mucho.

Todo, desde su vestimenta, la escenografía y las canciones, así lo dictaban.
"Cácaro" y "Mujer maravilla" fueron el preludio para que la Trevi extendiera sus redes a la melancolía que astutamente cae en la nostalgia de ese pasado que la persigue y que aprovecha de manera terrible en "Siempre a mí", una de las piezas más emotivas de la noche y en donde la intérprete estuvo a punto de romper en llanto.

No lo hizo, pero el rictus de su rostro reflejaba lo mucho que le dolía alcanzar las notas de este tema. Al finalizar, se tendió en el suelo para desde ahí, dar paso a "Zapatos viejos" con una indumentaria muy de aquellos tiempos, de los años 90, cuando su rebeldía inquietó al mundo musical.

"La papa sin catsup" fue ejecutada de manera por demás divertida y se vio que la propia Gloria la gozó porque jamás cuidó que sus tonos fueran armónicos, pero a cambio, fue emotiva y salvajemente Trevi en cada parte de la canción.

Quien ha probado el infierno para saborear el cielo, definitivamente tiene que tener esa sensibilidad para transmitir cada emoción que emana del corazón y la regia es experta en el tema.

Por ello, al momento de llegar a "Con los ojos cerrados", las heridas de un ayer nada gratificante se hicieron presentes y en un acuerdo mutuo entre público y artista, el dolor se palpó en ellos al gritar a pulmón abierto en eso de "Le creo, le creo, le creo... le creo cuando dice te quiero... le creo que su amor será eterno... le creo que es el hombre más bueno.... le creo que la luna es de queso... y si él me diera otro beso, qué más da si me miente... yo le creo...".

El público ya estaba totalmente entregado a Gloria y ella, de manera provocadora, se contoneó en el escenario, se cambió de vestuario, se puso a modo y de una manera tan femenina quedó "Vestida de azúcar" para soltar pasiones contendidas y en donde ella simuló tener relaciones sexuales con uno de sus bailarines, número musical que fue ovacionado.

Tanto cambio de pelucas y de vestuario, convertían a Gloria en una mujer camaleónica. Para cada canción había una historia qué contar.

Cierto es que hizo playback, como en "Pruébamelo" y "Psicofonía", pero fueron minucias porque de que la cantante dejó el alma en el escenario, fue innegable.
Gloria, de cuerpo perfecto y cara marcada por el paso del tiempo, traía un as bajo la manga, lo disparó en el momento justo en que los corazones de sus admiradores estaban sensibles y ataviada en un leotardo color hueso con aplicaciones en rojo, simulando sangre, se apostó cara a cara a sus fans para cantar de mera paralizadora "No querías lastimarme".

Interpretación que sofocó y acarició a aquellas almas atormentadas que se reflejaron en la letra de este track.

Incluso, subió a la autora, para juntas y a capella, volver a interpretarla ante una ensordecedora ovación.

El tiempo se venía encima, y la artista no daba tregua para aminorar las emociones y siguió fustigando con "Bla bla bla", su más reciente sencillo y evocó sus inicios, cuando puso al mundo de cabeza con "Dr. Psiquiatra".

Invitó al escenario a una pareja gay a que se declarara su amor y compromiso de matrimonio, situación que el público veneró con la ovación más prolongada de la noche.

A las 00:20 horas dio un falso adiós, pero nadie le creyó porque un "¡otra, otra, otra!" la hizo volver. 

Y lo hizo envuelta en un entallado vestido con una cola larguísima, con una peluca maravillosa larga que la hacían verse tremendamente sensual para ponerle voz a "El favor de la soledad".

Aquí, Gloria compensó cada peso que se pagó por el boleto para verla, escucharla y palpar su sentimiento.

"El favor de la soledad" fue interpretada como sólo la "paisana" sabe hacerlo, con una dósis de dolor, unos gramos de nostalgia y dos cucharadas de pasión.

La espléndida orquesta amparó su despedida del escenario, pero Gloria no quería irse y así lo expresó con su acento norteño cuando regañó a su director musical: "Pues qué prisa, yo no me quiero ir. Déjenme presumir más mi vestido con esta gran cola…".

Por unos breves minutos, sus ojos cobraron un brillo especial, era imposible que Gloria Trevi no rompiera en llanto después de ver una entrega tan perfecta de un público que definitivamente la idolatra.

A las 00:29 horas, se llevó las manos a su rostro, la película estaba por finalizar y qué mejor que el final fuera con aquella melodía que alguna vez compuso cegada por un amor que la hundió en el el infierno, pero ese mismo amor que ahora mantiene bajo siete llaves la hizo creer en que siempre habrá un "Mañana" para volver a amar... y cantar como sólo ella sabe hacerlo.

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