viernes, 12 de febrero de 2016

Alejandro Sanz: Su garganta le vale ma…


El español demostró estar en excelente momento y llevó al Auditorio Banamex de Monterrey el espectáculo Sirope Tour que encendió pasiones


Miguel Ángel Arritola
Foto: Cortesía OCESA /Auditorio Banamex


Cuando la pasión es cómplice del amor y el buen canto de un intérprete que lo da todo en el escenario, el resultado puede ser mortal.

La del jueves, 7 mil almas salieron con su “corazón partío” ante el temperamental canto de Alejandro Sanz quien presentó su show Sirope Tour.

Puntual, a las 22:00 horas, con el ritmo en su cuerpo, levantando la euforia de los espectadores que llenaron el Auditorio Banamex, Sanz apareció en escena, para cantar "El silencio de los cuervos", la primera de la noche.

De jeans y saco azul, el cantante español supo sacarse la espina, después de su atropellada actuación en el Auditorio Nacional hace varias semanas.

El cantante echó por tierra la versión de que su voz estaba pasando por mal momento. En Monterrey, el artista demostró garbo, potencia y matices increíbles.

Sus músicos crearon una atmósfera llena de un puro romanticismo donde el sax, trompetas, guitarras y una piadosa pero poderosa batería envuelvieron el canto de Sanz cuando decidió cantar "Desde cuándo".

"Monterrey….”, atinó a decir y al instante entrar a ese romance donde la fiesta de besos y caricias fueron el tema central de "Quisiera ser", interpretación justa y de una generosidad vocal que el público supo aquilatar.

A media luz, un pianista en franco frenesí y un cantante dispuesto a entregar el alma, fueron el marco perfecto para que "No me compares" resultara un número musical por demás memorable, tanto en entrega interpretativa como en efecto entre sus miles de fans.

Pecó de mentirosillo al decir que "La música no se toca" porque al llegar a este tema, sus fans no sólo tocaron la música sino que se embelesaron con su canto, presencia y don de artista.

Son tantos los hits que ha logrado en más de dos décadas que tuvo que hacer un medley de sus éxitos de antaño y la primera que apareció fue "Amiga mía" ejecutada con una entrega que puso de pie al público. Pero faltaba "Mi soledad y yo", igual de paralizante que " Amiga mía".

La entrega vocal de Sanz llegó a su máximo cuando ordenó que sus músicos ejercieran su oficio en 

"...Y si fuera ella”, cuya interpretación resultó de lujo.

Con singular emoción dejó que su "Corazón partío” fuera "curado" por ese público que desde el inició del tema le hizo un coro tan emotivo que el propio cantante se mostró gratamente impresionado.

"Camino de rosas" alcanzó ese momento en que hubo quienes aprovecharon la obscuridad para abrazar a su pareja o simplemente, para sufrir por ese "camino de espinas al que hay que llegar tarde...".

"Paradise" fue brillante, pero no por Sanz sino por la interpretación de una de sus coristas quien logró poner al público de pie.

A piano y un elegante sax logró la mejor interpretación de la noche al cantar casi a llanto abierto "A que no me dejas".

Al público literalmente le valió madre y le hizo coros en "No es lo mismo" y él, Sanz, con cara de niño chiflado, incitaba a sus fans a decir cada vez más fuerte: “¡…me vale madre..”!

Dijo querer un chingo a los regios y después de esta declaración, a las 23:37 horas fingió una retirada, pero había que cantar más éxitos y el público no estaba satisfecho aún.

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