jueves, 21 de noviembre de 2013

"Che" concierto de Los Fabulosos Cadillacs en Monterrey



La banda argentina se presenta con éxito arrollador ante 8 mil fans en el Auditorio Banamex


Martín Fuentes
Fotos: Cortesía OCESA /Auditorio Banamex

Son tan buenos que merecen el adjetivo de FA-BU-LO-SOS.

Gabriel Fernández (Vicentico), Flavio Cianciarulo (Sr. Flavio), Sergio Rotman (Rockman), Daniel Lozano (Profesor), Fernando Ricciardi (Nando) y Mario Siperman (Spiker): Los Fabulosos Cadillacs, más músicos invitados, entre ellos Big Papu, regresaron a Monterrey donde 8 mil fanáticos los esperaban con los brazos abiertos y el cuerpo listo para el “slam”.

La noche del 20 de noviembre fue memorable para artistas y fans que durante más de dos horas se entregaron al placer del ska, el reggae, la cumbia, el punk, el rock y el pop, géneros musicales que los Cadillacs han sabido mezclar a la perfección para conseguir un sonido único e irrepetible.

Para que un sector del público pudiera dar rienda suelta a sus ímpetus dancísticos, o simplemente moverse de un lado a otro sin parar, las butacas del área Beyond, del Auditorio Banamex, fueron removidas por lo que el aforo se incrementó.
Pero quienes se encontraban en las otras zonas del recinto gozaron igual del espectáculo, sencillo en cuanto a producción, pero rico en talento.

Por escenografía sólo una manta blanca al fondo del escenario y cinco pantallas colgantes que mostraron los rostros de los músicos a lo largo del concierto.

Antes de los Cadillacs, los chúntaros por excelencia: El Gran Silencio, se encargaron durante 45 minutos de calentar los ánimos del público con algunos de sus hits como “Raggamuffin”, “Duerme soñando”, “Chúntaro style”, “Pachuco”  y “Déjenme si estoy llorando”.

Tras la presentación de la banda regia y luego del reglamentario cambio de instrumentos, sin mayor preámbulo, los Cadillacs llegaron al escenario, saludaron y de inmediato hicieron lo que todo mundo quería: disparar hit tras hit.

“Yo no me sentaría en tu mesa”, “El muerto”, “La luz del ritmo”, “Demasiada presión” y “El aguijón” fueron las primeras rolas del set list preparado especialmente para esta gira denominada El ritmo de la luz que tuvo su primera parada en Monterrey.

Vicentico, visiblemente robusto, tanto que tenía problemas para bailar, mas no para cantar, se dirigió por primera vez al público: “Es un honor muy grande tocar para vosotros esta noche”, dijo el líder de los Fabulosos antes de presentar al guitarrista Big Papu, quien los acompañó en “Los condenaditos”.

Fueron en total 27 canciones, entre ellas: “El genio del dub”, “Gallo rojo” y “Calaveras y diablitos” que provocó la primera gran explosión de júbilo del público que hasta ese momento había mantenido su ímpetu a raya.

“Il pajarito” y “Sábato” y “Piazzola”, éstas dos últimas dedicadas a personajes de la literatura y la música argentinas, pasaron casi desapercibidas por el público que, en cambio, reaccionó efusivamente con “Padre nuestro” que las 8 mil gargantas cantaron a todo pulmón,  igual sucedió con “Saco azul”, “Siguiendo la luna” y “El león”.

Vicentico bailaba y  brincaba, y de vez en cuando, volteaba a un lado del escenario donde las familias de algunos de sus compañeros veían el concierto en “primera fila”. Incluso, en algún momento, dos niñas, se pusieron a bailar a un lado del baterista y saludaron a la gente.

Para cuando llegó “Carnaval toda la vida” los ánimos estaban por todo lo alto. El público brincaba sin parar y hubo quienes lanzaron vasos llenos de cerveza mientras se escuchaba “Carmela”.

“Mal bicho” y “Matador”, dos de sus temas más representativos, fueron seleccionados como preámbulo para un presunto gran final. Los argentinos se despidieron, pero la audiencia aún tenía mucha cuerda.

Minutos después los ches volvieron, pero esta vez la guitarra y la batería fueron tocadas por Florian Fernández y Astor Cianciarulo, hijos de Vicentico y del Sr. Flavio, respectivamente, en las canciones “Let´s Lynch the landlord” y “Guns of Brixton”.

“Mi novia se cayó en un pozo negro”, “Vasos vacíos”, para la cual pidieron la ayuda de las mujeres en el auditorio, y “Satánico Dr. Cadillac” eran el presagio del gran final. 

Para el gran cierre del concierto los Cadillacs tocaron “Oh oh oh” y ante la insistencia de los 8 mil enardecidos fans repitieron “Yo no me sentaría en tu mesa”.

Cerca de la medianoche los ches, felices y agradecidos, dijeron adiós definitivamente a sus seguidores que, cerveza en mano, aún tenían mucha cuerda.

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